¿Qué es el aleteo en el autismo y cuándo debemos intervenir?
- Rebeca Urquia
- 7 may
- 2 Min. de lectura

El aleteo es uno de los comportamientos más visibles y comunes en muchas personas autistas. Se manifiesta como un movimiento rápido y repetido de las manos, como si se agitara para volar. Pero ¿qué significa realmente este gesto? ¿Es algo que debe “corregirse”? ¿O deberíamos entenderlo desde otra perspectiva?.
Antes de responder a estas preguntas deberíamos hacernos una más importante aún : ¿Es necesaria para las personas Autistas?
El aleteo no es un síntoma a eliminar
Desde la mirada neurodivergente, el aleteo no es una conducta extraña ni patológica, sino una forma de expresión, de regulación o de estimulación sensorial. Puede aparecer en momentos de emoción intensa, ansiedad, concentración o sobrecarga. También puede aparecer como forma de manifestar la falta de comunicación o feedback, y cómo forma de proporcionarse información sensorial.
En otras palabras: el aleteo tiene función. Y si tiene función, merece respeto. Merece entendimiento antes de su condenación.
Funciones posibles del aleteo
Autorregulación emocional: ayuda a canalizar la excitación o el estrés.
Estimulación sensorial: aporta una sensación física tranquilizadora, bien porque ayuda a canalizar estimulación aversiva, o porque proporciona información a zonas de bajo registro.
Comunicación no verbal: algunas personas aletean para expresar alegría, entusiasmo o frustración.
Concentración: en ciertas tareas, el movimiento repetitivo ayuda a centrar la atención.
Falta de feedback. Se produce como forma de propiciarse estimulación cognitiva ante un contexto poco estimulante.
¿Cuándo acompañar y cuándo intervenir?
No todo aleteo necesita ser corregido. No todo es blanco o negro. Se debe decidir los pasos a dar , una vez que se ha evaluado la función que cumple la conducta.
De hecho, intervenir sin comprender puede generar más malestar que ayuda.
Se recomienda intervenir solo si:
Hay riesgo de daño físico (por intensidad o fatiga).
Interfiere significativamente en la funcionalidad o el aprendizaje.
Causa rechazo o malestar social, y la persona lo quiere cambiar.
Esta intervención no va dirigida a la represión de la conducta, sino a la modificación para propiciar bienestar.
Cómo intervenir desde el respeto
En el modelo PAAIGI proponemos:
Observar primero: ¿cuándo, cómo y por qué aparece?
Ofrecer alternativas sensoriales si se necesita regulación: pelotas, cintas elásticas, objetos para apretar.
Enseñar conciencia emocional si la persona puede integrarlo: “¿Qué sientes cuando aleteas?”
Educar al entorno: a veces, no hay que cambiar a la persona, sino al contexto que la juzga.
Estimula la percepción visual si es necesario.
Adapta los contextos de aprendizaje para que sean significativos a la persona.
Conclusión
El aleteo no es algo que tengamos que reprimir, sino algo que debemos comprender. Como profesionales, nuestra labor no es normalizar, sino acompañar con criterio y respeto.
Para ello debemos entender, valorar y modificar si es necesario para la persona , teniendo en cuenta el bienestar de la persona.
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