Doble excepcionalidad: cuando el autismo y las altas capacidades conviven.
- Rebeca Urquia
- 21 may
- 3 Min. de lectura

En el ámbito de la neurodiversidad, cada vez se hace más visible una realidad que durante años ha permanecido en la sombra: la doble excepcionalidad.
Este término hace referencia a aquellas personas que presentan al mismo tiempo un diagnóstico de altas capacidades intelectuales y una condición del neurodesarrollo, como el Trastorno del Espectro Autista (TEA).
Uno de los perfiles menos comprendidos y más invisibilizados es el de los niños y niñas, y adultos con autismo y altas capacidades. Entender esta combinación es clave para poder acompañar adecuadamente su desarrollo educativo, emocional y social.
Se trata de una condición única que tiene una presentación que aleja a estas personas del perfil individual de autismo. Una mente que combina aspectos de ambas etiquetas, potenciándose e inhibiéndose.
¿Qué es la doble excepcionalidad?
La doble excepcionalidad implica que una misma persona presenta tanto fortalezas cognitivas sobresalientes como necesidades específicas de apoyo derivadas de una condición neurodivergente. En el caso del autismo y las altas capacidades, esta coexistencia puede generar una paradoja: las habilidades superiores pueden enmascarar las dificultades, y las dificultades pueden esconder el potencial. Tanto es así, que en estos casos, la capacidad cognitiva hace que las personas desarrollen estrategias de socialización programadas, que les llevan a resolver los actos sociales sin ser detectados.
Esto conlleva un mayor enmascaramiento, ya que sus respuestas sociales se refuerzan y la persona no detecta la sobrecarga que le provocan estas situaciones, leyéndolo como ansiedad, estrés, e incluso depresión. Se interiorizan las necesidad gracias a una capacidad de gestión mayor, con los costes emocionales que conlleva.
Señales comunes en perfiles con autismo y altas capacidades
Aunque cada personas es única, existen algunos indicadores que pueden alertarnos de un posible perfil de doble excepcionalidad:
Lenguaje avanzado en ciertas áreas, combinado con dificultades pragmáticas (uso social del lenguaje). Un lenguaje que es excesivamente elaborado, en ocasiones verborreico, que choca con la dificultad para adaptarlo a las necesidades contextuales.
Hiperfocalización o intereses intensos en temas complejos desde edades tempranas. Intereses que en ocasiones son malentendidas como cuadros obsesivos.
Alta sensibilidad sensorial o emocional, junto con pensamiento lógico brillante.
Desfase entre razonamiento verbal y habilidades sociales.
Rechazo a tareas repetitivas o sin sentido, aunque presenten excelente memoria o razonamiento abstracto.
Este último aspectos es uno de los que genera mayor disonancia cognitiva. La persona necesita hacer tareas nuevas cada vez que domina la aprendida, pero las tareas nuevas deben presentarse con una estructura característica, que sea previsible y programable.
Estos son solo algunos de los signos que acompañan a este tipo de mente: un pensamiento que quiere fluir pero que necesita estructuración.
Riesgos de una detección tardía
La falta de formación específica sobre doble excepcionalidad puede llevar a errores diagnósticos:
Personas autistas con altas capacidades pueden ser etiquetados como “malcriados”, “desafiantes” o simplemente “superdotados con problemas de conducta”.
Algunos perfiles pueden ser diagnosticados tardíamente o no ser evaluados en absoluto por su “buen rendimiento académico”, cuando en realidad están profundamente desregulados a nivel emocional o sensorial.
Esto incrementa el riesgo de fracaso escolar, ansiedad, baja autoestima o rechazo social.
Uno de los mayores riesgos es la salud mental. Es frecuente que si estos perfiles no se detectan, las personas desarrollen estados depresivos con conductas autolíticas. La carga emocional es extremadamente alta y la falta de comprensión les lleva a estados críticos de salud mental.
Claves para la intervención
La intervención en estos casos debe ser individualizada, integral y flexible, teniendo en cuenta tanto las fortalezas como las barreras del entorno. Algunas claves importantes:
Evaluación neuropsicológica completa y sensible a la neurodiversidad.
Entornos educativos que permitan profundidad y creatividad, sin descuidar apoyos estructurales para la autorregulación.
Intervención psicoeducativa centrada en la comprensión emocional y social, no solo en el rendimiento académico.
Trabajo coordinado entre profesionales, familia y escuela, fomentando una visión respetuosa del perfil neurodivergente.
Acompañamiento emocional.
Desarrollo del autoconcepto positivo.
Reconocer la doble excepcionalidad no es solo una cuestión de diagnóstico, sino de justicia educativa. Como profesionales, debemos formarnos y adaptar nuestras intervenciones para que estos niños y niñas no tengan que renunciar a ninguna parte de sí mismos para poder encajar.
La coexistencia de autismo y altas capacidades no es una contradicción, sino una muestra más de la riqueza de la mente humana.
Si eres profesional y quieres profundizar en estos temas , te espero en la Comunidad.
Commentaires