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El impacto emocional en los padres de niños con autismo y conductas severas.

impacto emocional en los padres de niños con autismo y conductas severas.

La crianza de un niño con trastorno del espectro autista (TEA) plantea desafíos significativos, especialmente cuando se presentan conductas graves como agresiones, autolesiones o explosiones emocionales.

Si bien la investigación en TEA ha avanzado notablemente, el impacto que estas conductas tienen en la salud emocional de los padres sigue siendo un área crítica de interés científico. No es ajeno al mundo profesional, que las familias que se enfrentan a esta crianza , presentan una alta vulnerabilidad para desarrollar alteraciones emocionales derivadas del estrés que pasan.


En este artículo, revisamos los hallazgos más recientes sobre el estado psicológico de los cuidadores y las implicaciones a largo plazo.



  1. Estrés Parental y TEA: Una Realidad Aumentada



Numerosos estudios han demostrado que los padres de niños con TEA reportan niveles de estrés significativamente mayores que los padres de niños con desarrollo típico o incluso de niños con otras diversidades (Hayes & Watson, 2013).

Este estrés es aún más elevado cuando existen problemas graves de conducta. Según un metaanálisis de Estes et al. (2013), los comportamientos externalizantes (agresividad, rabietas, destrucción de objetos) son predictores más fuertes de estrés parental que las habilidades cognitivas o lingüísticas del niño.

Esto no es fácil de entender si tenemos en cuenta las implicaciones que tiene sobre la realidad familiar, la presencia de estas conductas: reducción deinteracciones sociales, pérdida de entorno laboral de uno de los progenitores, pérdida de atención de los otros hijos, cuestionamiento social .... esto son solo alguno de los elementos que pueden verse afectados, aunque la lista puede ser aún más amplia.

Estos factores generan sobrecarga emocional, afectando tanto el bienestar físico como psicológico de los padres.




  1. Ansiedad y Depresión en Cuidadores



La prevalencia de síntomas ansiosos y depresivos en padres de niños con TEA y conductas graves es alarmantemente alta. Un estudio longitudinal de Davis y Carter (2008) encontró que entre un 30-40% de las madres presentan síntomas clínicamente significativos de depresión. Este porcentaje es considerablemente más elevado que en la población general, donde las tasas de depresión se sitúan alrededor del 10%.

Esto implica que estas madres y padres se colocan en situación de vulnerabilidad ante la presentación de alteraciones de la salud mental. A esto hay que añadir que la velocidad con la que ocurren los acontecimientos tras el diagnóstico, o tras la aparición de las conductas disruptivas, dejan poco espacio para el cuidado del cuidador.

Luego, unimos una situación de pérdidad de soportes con la falta de tiempo para el cuidado profesional. Lo que lleva al coctel perfecto para perder la estabilidad.


En estos estudios se hace mención a las figuras masculinas y su afectación refiriendo que en los padres, aunque los síntomas tienden a ser más externalizados (por ejemplo, irritabilidad o consumo de sustancias), también se documentan tasas elevadas de ansiedad crónica y burnout, que sobrepasan las tasas registradas en la población neurotípica.



  1. Impacto en la Relación de Pareja y la Familia



Pero no solo se enfrentan a la presión externa , sino que la realidad vivida dentro de la pareja también se ve afectada.

Las tensiones derivadas del manejo de conductas graves no solo afectan individualmente a los padres, sino también la dinámica familiar. Estudios como los de Hartley et al. (2010) evidencian un mayor riesgo de separación o divorcio en parejas que crían a un niño con autismo, especialmente cuando las conductas problemáticas son persistentes e intensas.

Esto en una gota más que impacta en la percepción de apoyo externo percibida por estos padres, factor clave para la salud mental.


Además, la calidad de vida familiar se ve reducida, impactando:


  • La posibilidad de mantener redes sociales.

  • El tiempo libre disponible.

  • La estabilidad económica, debido a la necesidad de tratamientos especializados y la reducción de jornadas laborales.


Como mencionaba al inico, el número de cambios es tan alto y tan abrupto que deja poco espacio a los procesos de afrontamiento, que deberían ser guiados por profesionales , para asegurar una estabilidad mínima.




  1. Factores Moderadores y Protectores



A pesar de estas dificultades, diversos factores pueden amortiguar el impacto emocional:


  • Apoyo social: La percepción de contar con una red de apoyo (familiares, amigos, grupos de padres) ha demostrado ser un factor protector importante. Aquellas parejas que cuentan con familiares de apoyo , encuentran en los descansos la forma de mantener la estabilidad y seguridad mental necesaria para afrontar la situación.

  • Intervenciones conductuales tempranas: Programas como el Apoyo Conductual Positivo (Positive Behavioral Support) pueden disminuir las conductas problemáticas y, por ende, el estrés parental (Lucyshyn et al., 2007). Este tipo de intervenciones debe efectuarse en fases tempranas para evitar el desarrollo de conductas.

  • Terapias para padres: El entrenamiento en habilidades de afrontamiento, como el Mindfulness-Based Stress Reduction (MBSR), ha mostrado beneficios sustanciales en la reducción de síntomas depresivos y ansiosos (Dykens et al., 2014).

  • Establecimiento de tiempos de descanso. Necesario para que el sistema neurológico pueda regularse.

  • Programas terapéuticos para padres, tanto a nivel individual como de pareja, para insertar estrategias de división de funciones, planificación, afrontamiento de situaciones puntuales de estrés.




  1. Consideraciones Finales



La evidencia científica es contundente: los padres de niños con TEA y conductas graves enfrentan riesgos emocionales significativos. No obstante, el acceso a intervenciones específicas dirigidas tanto al niño como a los cuidadores, junto con políticas públicas de apoyo, puede mitigar estos efectos y mejorar la calidad de vida familiar.

La práctica nos dice que los apoyos públicos son escasos por lo que es fundamental que la familia se arme de estrategias que le permitan enfrentarse a las situaciones del día a día.


La comprensión de esta realidad por parte de profesionales, educadores y la sociedad en general es fundamental para generar entornos más empáticos y recursos adecuados que respondan a las necesidades de estas familias.









 
 
 

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